Iba el otro día deambulando por la frutería del súper cuando, de repente, surgieron ante mi una inmensidad de tomatitos cherry de todos los tipos y colores: kumato, de pera, amarillos, anaranjados, verde oscuros casi negros…
¡El paraíso!
¿Qué podía hacer yo, oh débil mujer? 😉
¡Pues volverme loca y llenar bolsas y bolsas cual fashion victim el primer día de rebajas!
Al llegar a casa, ya recuperada del episodio de enajenación mental transitoria, probé cada uno de los tipos de tomatitos cherry y eran realmente exquisitos.
Empecé a pensar en posibles recetas. Lo que tenía claro es que no quería perder ni un ápice del abanico cromático y la cocción era un riesgo…
Como al día siguiente estaba invitada a una barbacoa y me había comprometido a llevar varias cosas, entre ellas alguna ensalada, no lo dudé. A la vista del producto magnífico que tenía entre manos, no quise enmascarar su sabor (¡para una vez que los tomates saben a tomate…!).
La decisión estaba echada. Iba a preparar una ensalada.
Como algunas de las variedades eran algo dulzonas añadí un poco de cebolla roja, aportando frescura y un puntito picante y crujiente. También un poco de ajo picado y unas hojas de albahaca para realzar los aromas.
No necesita nada más que una pizca de sal y un buen aceite de oliva.
La ensalada de tomatitos cherry y cebolla roja se ha convertido en una de mis favoritas. Y creo que también en la vuestra en cuanto la probéis…. 🙂
Ingredientes
1 kg. de tomatitos cherry de diversos tipos
1/2 cebolla roja
1 diente de ajo
1 cucharadita de vinagre balsámico
6-8 hojas de albahaca fresca
un buen aceite de oliva virgen extra
sal y pimienta recién molida
Preparación
Empezamos cortando la cebolla roja en juliana y poniéndola a remojo en un cuenco con agua bien fría (o mejor, agua con algunos hielos) durante un cuarto de hora, más o menos
Mientras, lavamos los tomatitos y los cortamos por la mitad. Ponemos en una ensaladera.
Lavamos y secamos las hojas de albahaca. Las añadimos a los tomatitos enteras o cortadas en juliana. Como más nos guste.
Picamos el diente de ajo muy menudito y lo volcamos en la ensalada.
Sazonamos con sal, pimienta negra, vinagre balsámico y un buen chorro de aceite de oliva virgen extra.
Sólo nos queda escurrir la cebolla que teníamos a remojo, secarla con papel de cocina y añadir a la ensalada.
Removemos y ¡lista!