Los bocaditos de pollo crujientes, aparte de riquísimos, son muy útiles.

Y os preguntaréis: ¿útiles? ¿para qué?

Pues básicamente para dos situaciones bastante habituales:

La primera, para esos niños que se resisten a comer carne. Dicen que es porque no les gusta, pero la realidad es que les da perezón tener que masticarla, ¿a que sí?

La otra, cuando nos queremos llevar comida preparada al trabajo o a una comida de fin de semana fuera de casa pero terminamos cocinando siempre lo mismo.

¿Os doy otra idea? Es ideal en ensaladas tipo César. Ummmm…..

Por supuesto, es más que sencilla de preparar.

Ingredientes

2 pechugas de pollo

1 huevo

1/2 vasito de leche

4 cucharadas de pan rallado

2 cucharadas de avellanas toscamente molidas

2 cucharadas de semillas de sésamo

sal y pimienta

aceite de oliva para freir

Preparación

Cortar las pechugas de pollo en tiras de unos 2 cm. de ancho y unos 4 de largo (son medidas aproximadas, no hace falta que saquéis la regla…).

Salpimentar.

En un cuenco, batir el huevo con la leche. Meter a continuación los trozos de pollo.

En otro cuenco, mezclar el pan rallado, las avellanas y las semillas de sésamo.

Ir pasando los trozos de pollo por la mezcla de pan. Si se quiere un rebozado más espeso, volver a pasar por el huevo y otra vez por la mezcla de pan.

Calentar aceite abundante en una sartén.

Freír los trozos de pollo a temperatura media, girándolos de vez en cuando para que tomen un color uniforme.

Al sacarlos, ponerlos sobre papel absorbente para quitar el exceso de grasa.

¡¡A comer!!