Desde el momento en que vi a Gordon Ramsay preparar esta receta sabía que íbamos a ser grandes amigas 😉
Y no me han defraudado. Son magníficas: aromáticas, agridulces y con un leve toque picante.
Para mi, estas costillas pegajosas tienen prácticamente todos los ingredientes que me apasionan. Esa mezcla de especias y aromas que me vuelven loca 🙂
Geniales. Mis más-mejores-amigas desde entonces 😉
Sobre la receta original sólo he introducido mínimos cambios:
– en el momento de hacer el plato no tenía cebolletas chinas así que usé puerro
– según iba cocinando, iba probando y ajusté las especias a mi gusto
Esta es exactamente la recomendación que os hago: id probando la salsa y ajustadla a vuestro paladar. Más o menos miel, más o menos vinagre, más o menos chiles…
Espero que las disfrutéis tanto como yo.
Por cierto, casi se me olvidaba… ¡Prohibido usar cubiertos! 🙂 🙂 🙂
Ingredientes
costillas de cerdo
sal
pimienta negra recién molida
aceite de oliva
un buen trozo de jengibre
4 dientes de ajo
1 cucharadita de chiles secos picados
1 cucharada sopera de pimienta de Sichuán en grano
10-12 anís estrellado
200 gr. miel
150 ml. salsa de soja
1/2 vasito de vinagre de arroz
300 ml. vino de arroz o jerez seco
1 puerro o cebolletas
400 ml. caldo de pollo
Preparación
Precalentamos el horno a 180ºC.
Salpimentamos las costillas.
Pelamos el jengibre y los dientes de ajo y los cortamos en lonchas finas.
En una fuente de horno donde quepan todas las costillas ponemos un poco de aceite y la ponemos al fuego.
Doramos las costillas por todos los lados.
Añadimos las láminas de jengibre y ajo y las doramos junto con las costillas.
Incorporamos el chile, la pimienta de Sichuán en grano, el anís estrellado, la miel, la salsa de soja, el vinagre de arroz y el vino de arroz o el jerez seco.
Dejamos cocer unos minutos y, a continuación, echamos el puerro o la cebolleta en juliana y el caldo.
Cuando recupere la ebullición metemos la fuente al horno.
La receta original dice «hornear durante 30 minutos, dar la vuelta a las costillas y hornear otros 30 minutos» pero, en mi caso, me parecía que las costillas estaban todavía algo duras y con bastante caldo así que las tuve hasta que el caldo se redujo casi por completo (dejé salsa en el fondo de la bandeja).
Cuando estén listas, las sacamos del horno.
En este punto podemos dejarlas templar y luego guardar en el frigorífico durante unas horas e, incluso, de un día para otro. De esta manera se intensificará el sabor. Ñamñam…
Cuando vayamos a servirlas, las calentamos al fuego hasta que la salsa que habíamos dejamos de más se reduzca y cree una capa pegajosa y exquisita alrededor de las costillas.
Servimos bien calentitas y… ¡¡a disfrutar!!
(Recordad: cubiertos prohibidos 😉 )