Otoño. Membrillos. Dulce de membrillo. Un clásico.
Combinado con un buen queso es uno de los postres o meriendas más ricos del planeta. ¿A que sí?
Debo confesar que nunca lo había preparado pero…
Hace unas semanas fui a visitar a mi prima Mari, que tiene un árbol de membrillo en el jardín.
Os imagináis la escena:
- Mi prima: «Llévate unos cuantos, que no sé qué hacer con tantos»
- Yo: «No mujer, no hace falta»
- Mi prima: «Que sí. Ya verás qué ricos salen»
- Yo: «Pero… Nunca los he preparado. ¿Cómo se hace?»
- Mi prima: «Es fácil…»
Y en ese momento me empieza a contar la receta paso a paso.
Como podéis imaginar, me faltó tiempo para ponerme manos a la obra y, la verdad, el resultado no pudo ser mejor: un membrillo suave, casi como una jalea, en el punto justo de dulzor… ¡Ñam, ñam y requeteñam! 🙂
Todos los afortunados que tuvieron la oportunidad de probarlo me dijeron que nunca habían comido un dulce de membrillo igual de rico (incluso hubo quien me preguntó dónde lo había comprado para ir a esa tienda 😉 ).
Os animo a hacerlo. Veréis que es realmente muy fácil.
¿Vamos a la cocina?
Ingredientes
2 kg. de membrillos
1,5 kg. azúcar, aproximadamente (80% de azúcar del peso del membrillo limpio)
zumo de limón (1/2 limón por cada kilo de carne de membrillo)
1 cucharada de licor de avellanas o una rama de canela (opcional)
Preparación
Comenzamos pelando y quitando los corazones a los membrillos. Usaremos un buen cuchillo: son bastante duros…
Una vez limpios, los cortamos en trozos y los pesamos.
Este paso es importante porque la cantidad de azúcar depende del peso de la carne de los membrillos.
Tiene que ser un 80%, es decir, que si tenemos 1 kg. de carne de membrillo limpia, usaremos 800 gr. de azúcar.
Para 1,5 kg. de membrillo necesitaremos 1,2 kg. de azúcar
La fórmula es sencilla: basta con multiplicar el peso de membrillo por 0,8 ¡Fácil! 😉
Colocamos a fuego medio el membrillo troceado junto con el azúcar en una cazuela amplia (y el licor de avellanas o la rama de canela, si los usamos).
Removemos mientras el azúcar se va disolviendo.
En unos minutos, el membrillo se irá ablandando y soltando algo de jugo.
Dejamos cocinar durante unos 45 minutos a fuego lento, removiendo frecuentemente, hasta que el membrillo esté blandito y tenga un color caramelo.
Si lo dejamos más tiempo, el membrillo tendrá un color más oscuro.
Cuando esté listo, lo apartamos del fuego y trituramos muy bien (AVISO: retiramos antes la rama de canela, si la hemos usado en la cocción).
El punto ideal es que una cuchara se sostenga en vertical. Si vemos que está demasiado líquido, podemos ponerlo al fuego de nuevo unos minutos, removiendo continuamente (¡no queremos que se nos queme!).
A continuación yo lo paso por un pasapuré para que quede más fino, pero es opcional.
Volcamos el puré en un recipiente: sirve de cristal, de plástico o de silicona. Si tiene una forma bonita, mejor será el resultado. También se pueden utilizar moldes individuales.
Os recomiendo usar un molde de plástico o de silicona. Luego se desmolda muy fácilmente.
Dejamos enfriar a temperatura ambiente y, después, lo guardamos en el frigorífico.
NOTA: Mi prima me aconsejó poner encima del dulce de membrillo una hoja de papel de horno (papel sulfurizado) empapado en coñac para que se conserve mejor. No he tenido oportunidad de hacerlo: desaparece en un abrir y cerrar de ojos 😉
¡Ya está! ¿A que es fácil?