Galletas fáciles.
Así las llama mi madre.
Y la verdad es que no pueden ser más sencillas.
Sin amasados ni puntos de nieve ni ná de ná. Nada que nos complique la vida.
Sólo mezclar los elementos y… ¡a hornear!
Estas galletas están buenísmas tal cual pero también se prestan genial a rellenarlas de cualquier mermelada o a decorarlas con fondant (para hacerlo sería bueno hornearlas en un aro para mantener la forma. Ya os contaré un día cómo hacerlas 🙂 ).
Una pequeña puntualización: la cantidad de harina puede variar ligeramente por la humedad ambiental o por el tamaño del huevo.
La textura tiene que ser blandita pero manejable.
Si véis que queda demasiado blanducha y pegajosa podéis añadir unos gramos más de harina o bien podéis dejarla media hora en el frigorífico para que la mantequilla solidifique y sea más maleable.
Si creéis que os puede quedar seca (por ejemplo, si el huevo que usáis es «tamaño S» o es un día muy seco), os recomiendo que no echéis toda la harina de golpe. Reservad 3-4 cucharadas para añadirlas al final, si hace falta.
Os animo a hacerlas. Seguro que no será la única vez que las preparéis…
Ingredientes
1 huevo
100 gr. azúcar
100 gr. mantequilla pomada o derretida
1/2 sobre de levadura química
225-250 gr. harina (aprox.)
Preparación
Precalentamos el horno a 180ºC.
En un cuenco batimos el huevo ligeramente.
Añadimos el azúcar y mezclamos bien con una cuchara.
A continuación la mantequilla. Mezclamos.
Volcamos la harina con la levadura y removemos hasta que quede incorporada.
¡Ya está lista la masa!
Cubrimos una fuente de horno con papel sulfurizado (si no tenemos, untamos con aceite de girasol o mantequilla).
Para hacer las galletas, formamos bolitas del tamaño que queramos y las aplastamos ligeramente sobre la placa.
Las vamos colocando, dejando unos 3-4 cm. de separación entre ellas porque crecen de tamaño al cocinarse.
Horneamos durante unos 15 minutos aproximadamente.
El punto ideal para sacarlas es cuando tienen un color ligeramente dorado.
Las dejamos enfriar sobre una rejilla y… ¡a disfrutar!
Tienen una pinta deliciosa, no veo el momento de hacerlas. Muy bueno el apunte sobre si el dia es seco o humedo, nunca se me hubiese ocurrido.
Pues sí, Mónica, la humedad ambiental y también el tamaño de los huevos que se usen (S, L o XL) afectaran a la cantidad de harina.
Este factor es especialmente importante en las masas de pan.
Ya verás, cuando las prepares, cómo no te van a defraudar.
Son las favoritas de los niños y se hacen en un momento.
¡Espero que las disfrutes!