Desde mi punto de vista, la masa base para pizza es una de las recetas básicas. Auténtico fondo de armario de cualquier cocina que se precie (como todas las que pongo en esta sección). Aquí os la cuento paso a paso (y con fotos).
Reconozco que he sido una cliente habitual de las pizzas a domicilio desde los viernes por la noche hasta… (¡mejor no confieso!) pero llegó un momento en que me saturé y, además, descubrí que hacerla en casa es facilísimo y el resultado es sencillamente e-s-p-e-c-t-a-c-u-l-a-r.
Si tenéis niños, no lo dudéis ni un minuto: el momento pizza es perfecto. Los míos, una vez superada la fase mickey mouse (que la bordaban con sus orejas de tomate y sus ojos de aceituna, todo hay que decirlo) pasaron a la modalidad «Ben 10» en todas sus modalidades alienígenas. La pizza estaba rica y para ellos, además, era como el-no-va-más de lo que se puede cenar una noche de fin de semana (si ya vemos una peli, es el paraíso en la tierra!!).
Os animo a que lo intentéis al menos 2 veces: quizá la primera no os salga bien por avatares del destino pero, la segunda, ¡¡os prometo que triunfáis!!
Venga. Manos limpias. Mangas arriba. Vamos a ello.
Ingredientes
250 gr. de harina
1 sobrecito de harina de panadero (se encuentran fácilmente, pero que ponga «de panadero»)
125 ml. de agua aproximadamente (depende de la harina, del calor que haga…)
2 cucharadas soperas de aceite
una pizca de sal
Preparación de la masa
En un cuenco, poner la harina y hacer un hueco en el centro con la mano (lo que le llama «hacer un volcán»).
En el hueco poner la levadura, el aceite, la sal y la mitad del agua.
Mezclar con la mano. Ir añadiendo agua y cuando la masa esté más o menos unida, la sacamos del cuenco y la volcamos sobre la encimera.
Seguimos amasando. Los movimientos son como las mujeres que antiguamente iban a lavar al río: enrollar de fuera hacia adentro, estirar de dentro hacia afuera, enrollar, girar, volver a estirar…. Así hasta que obtengamos una masa elástica, como si fuera plastilina.
En ese momento, hacemos una bola, la ponemos en el cuenco, la tapamos con un trapo y la ponemos en un sitio templado (si es invierno, cerca de un radiador; si es verano con 40º a la sombra, en cualquier parte).
La dejáis tranquilita una media hora y veréis como se ha hinchado como al doble. ¡¡¡Genial!!!
Aunque parece que da pena tocarla de lo mona que está, toda hinchadita ella, no tengáis compasión y volved a amasarla sin piedad (luego estará el doble de rica…).
Amasad y dad forma de lo que queráis: clásica redonda, rectangular, ben-10…
Si os resulta complicado con las manos, usad un rodillo. Cuanto más fina, mejor.
Ya podéis ponerla en la placa de horno y echar encima lo que más os guste. En este blog os doy algunas ideas (no os quejéis!) pero vuestra imaginación y paladar son los que mandan!!
Hola. Esta también explicado y es tán amena su lectura que me entran ganas
de hacerlo todo, todo…
Me encanta la cercanía con que se describen las cosas, es como si estaría con mi mejor
amiga en la cocina.
Gracias.
¡Qué alegría me das!
La verdad es que cuando escribo las recetas lo hago en la cocina, que es donde suelo compartir mis mejores momentos con los amigos.
Parece que consigo contagiar la inspiración. ¡Es genial!