Es bien sabido que los sabores evocan recuerdos y esta deliciosa mermelada de naranja no podía quedarse al margen de esta gran verdad.
Cada vez que preparo esta mermelada me acuerdo de mi amiga Julieta que hace ya algún tiempo se fue a vivir a varios miles de kilómetros (justo según saltas el Atlántico a mano izquierda) y ya no podemos tener nuestros cafetitos matinales y nuestras sesiones teórico-prácticas culinarias.
¡Qué penita! Menos mal que viene de vez en cuando (mejor dicho, muyyyy de vez en cuando 🙁 )
Julieta es una excelente cocinera que, según tengo entendido, viene de larga estirpe porque incluso una abuela suya, creo recordar que con raíces sirias, publicó un libro con recetas árabes. Alucinante.
Además de tener la suerte de haber podido probar estas delicias árabes, un día me dio a probar esta mermelada de naranja y… ¡me quedé sin palabras!
Es, sin duda, la mejor mermelada de naranja que he probado en mi vida.
Os la voy a contar tal cual me la pasó ella. No falla. Sale perfecta de textura y de sabor. Aún así, si una vez la preparéis queréis corregir dulzor y textura cuando la volváis a hacer (seguro que repetís), bastará con que añadáis más o menos azúcar y dejéis cocer más o menos tiempo
Por cierto, con las cantidades que aparecen salen aproximadamente 2 tarros (de los de mermelada).
PD: Julieta, si ves alguna incorrección, vienes en persona y me lo cuentas. Yo pongo el café 😉
Ingredientes
500 gr. naranjas
500 gr. azúcar
1 limón grande
Preparación
Lavamos muy bien la fruta.
Pelamos el limón, quitando muy bien lo blanco (amarga mucho) y cortamos en trocitos pequeños, retirando las pepitas que puedan aparecer. Reservamos.
Rallamos las naranjas con un rallador, pero sólo la parte anaranjada (no la blanca).
Eliminamos la parte blanca y cortamos en cubitos, retirando las semillas.
NOTA: Hay otra modalidad, que es la que utilizo yo, y consiste en pelar la cáscara de naranja (sin la parte blanca) y cortarla en tiritas finas o rallar la cáscara con un rallado grueso. ¡Me encanta encontrarme los trocitos en la mermelada! También podemos optar por el punto medio: rallar una parte y cortar en tiras el resto.
Volcamos los trozos de limón, de naranja, la ralladura y/o las tiras de piel de naranja en una cacerola.
Añadimos el azúcar. Cocemos a fuego lento, removiendo de vez en cuando, durante 35-40 minutos (45 si la preferimos bien espesa).
Tendremos preparados unos botes de cristal bien limpios y los llenaremos con la mermelada recién hecha hasta el borde.
Para su conservación, como la receta tiene más del 50% de azúcar en relación a la fruta, bastará con colocar los botes boca abajo hasta que se enfríe el contenido.
Sencillo y delicioso. ¿Se puede pedir más?